En la actualidad los seres vivos tienen que enfrentarse a una variedad de desafíos medioambientales desconocidos o excepcionales. Estos desafíos incluyen la exposición a contaminantes como metales pesados, residuos de plaguicidas, destrucción de hábitats debido a la deforestación por desarrollo agrícola y crecimiento urbano, y cambios en el propio hábitat como incremento de la salinidad y alteraciones en la temperatura y nivel del mar.

El océano sirve como “fregadero” para muchos de los químicos liberados al medio ambiente de forma natural o por actividades antropogénicas. El océano es un recurso esencial, pero finito, y sólo estamos empezando a entender los impactos de la contaminación en este ecosistema.

En ese sentido, a lo largo de los últimos años se han ido prohibiendo o limitando gradualmente el uso de muchas sustancias debido a sus efectos tóxicos sobre el medio ambiente o a los vínculos con enfermedades humanas; sin embargo, siguen siendo un problema para la salud ambiental.  Además, muchos otros contaminantes continúan liberándose. A medida que esto se produce, es imperativo que entendamos cómo afectarán la salud de la vida silvestre, los seres humanos y los ecosistemas.